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Lectura de Hoy

10-11-2023

Devocional

Devocional: Joel 2

Los versículos con los que se inicia Joel 2 proporcionan una imagen imponente de la avanzada de hordas de langostas. El último versículo de la sección (2:11) deja claro que son el ejército del Señor. Lo cierto es que ese “día del Señor” del Antiguo Testamento, es decir, el día en que el Señor se manifiesta, suele ser un día tanto de juicio como de bendición y luz: “El día del Señor es grande y terrible. ¿Quién lo podrá resistir?” (2:11). Transportado al día final del Señor, esto mismo es cierto: es muy grande y temible. ¿Quién podrá soportarlo? Únicamente aquellos que hayan huido en busca de protección, en la seguridad que sólo Dios mismo proporciona, podrán proclamar en el último día, cuando la ira de Dios se haya manifestado por completo:

“No necesito más argumento,
no necesito más súplica;
la muerte de Jesús es suficiente para mí
y que murió por mí” (L. H. Edmonds).

A esto le siguen dos pasajes altamente memorables:

Primero, en la exhortación de Joel de regresar al Señor, llega este extraordinario versículo: “Rasgaos el corazón y no las vestiduras. Volveos al Señor vuestro Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, cambia de parecer y no castiga” (2:13). La costumbre de llevar cilicio o de rasgarse las vestiduras en momentos de gran aflicción o como señal de arrepentimiento era muy conocida. Como todas las manifestaciones externas, sin embargo, podría ser fingida. En lugar de ser una expresión exterior de arrepentimiento interno, podría convertirse en un elemento más de palabrería religiosa. Dios quiere un cambio que se produzca desde dentro y no una exhibición externa que espera poder sonsacarle bendiciones. Esto también sugiere, en fuertes términos, que el profundo arrepentimiento implica no sólo apartarse de la conducta pecaminosa, sino también una respuesta emocional y visceral: un corazón rasgado, una profunda repugnancia avergonzada por el anterior compromiso con el pecado. No produce personas que intentan negociar un nuevo contrato con Dios, sino hombres y mujeres que, convencidos por el Espíritu, claman de desesperación: “Hermanos qué debemos hacer” (Hechos 2:37).

Segundo, los versículos finales del capítulo (2:28-32) nos dicen lo que Dios hará “después”, es decir, tras las bendiciones que promete verter sobre su pueblo en términos de su tierra natal y su cosecha. Derramará su Espíritu sobre todas las personas (2:28) de una forma tan poderosa que todos tendrán conocimiento de Dios y disfrutarán del Espíritu profético. Pedro cita estos versículos y confirma su cumplimiento en el día de Pentecostés (Hechos 2:17-21); son paralelos a las diversas promesas del nuevo pacto (Jeremías 31; Ez. 36). Véase la meditación para el 14 de julio en el volumen 1, y, en este, la del 3 de agosto y el 3 de octubre.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Hebreos 5

Las palabras del Salmo 2:7, “Tú eres mi hijo; hoy mismo te he engendrado” son citadas tres veces en el Nuevo Testamento: (a) en Hechos 13:33, donde sirve como una especie de texto-prueba para justificar la resurrección de Jesús; (b) en Hebreos 1:5, donde el autor infiere que por ser Jesús el único Hijo de Dios, es superior a los ángeles, y (c) en Hebreos 5:5, donde se cita para probar que al igual que Aarón no tomó el sumo sacerdocio por sí mismo, sino que Dios lo llamó para esa tarea, así también Jesús fue nombrado por Dios para su sumo sacerdocio.

De manera que el Salmo 2:7 se usa de diferentes maneras para apoyar la resurrección de Jesús, su superioridad sobre los ángeles y para demostrar que cuando Jesús se convirtió en sumo sacerdote, no se asignó la tarea a sí mismo, sino que fue nombrado por Dios. Sin embargo, ninguna de estas aplicaciones del Salmo 2:7 resulta muy obvia.

Es útil recordar dos cosas: Primero, el Salmo 2:7 es un salmo de coronación. Celebra el nombramiento del próximo rey davídico. En ese momento, el hombre se convierte en “hijo de Dios”. En el mundo antiguo, los hijos solían terminar haciendo lo mismo que sus padres. Dios reina con justicia y equidad; el rey, funcionando como “hijo” de Dios, debía hacer lo que hace Dios: entre otras cosas, reinar con justicia y equidad. Y este linaje davídico termina en uno que es el “Hijo” por excelencia.

Segundo, y con el riesgo de simplificarlo demasiado, la cristología del Nuevo Testamento cae dentro de uno de dos patrones. En el primero, el relato de Cristo comienza en la eternidad pasada, desciende en su humillación en este mundo y en la ignominia y vergüenza de la cruz, y se eleva mediante la resurrección y exaltación de Cristo al triunfo. Podemos referirnos a este como el modelo “sube, baja y sube”. Filipenses 2:6-11 y Juan 17:5 son ejemplos memorables. En el segundo, no se menciona el origen de Jesús en la eternidad pasada: es un modelo “baja y sube”. Todo el enfoque está en su triunfo mediante la muerte, resurrección, ascensión y exaltación. Este gran evento redentor alcanza su punto álgido cuando Jesús es nombrado rey, cuando comienza su papel sacerdotal, cuando es “declarado con poder Hijo de Dios por la resurrección” (Romanos 1:4). Esto no quiere decir que no haya cierto sentido en el que Jesús es el Hijo, o el rey, o ejercita funciones sacerdotales, antes de la cruz y de la resurrección. Pero este modelo de cristología no tiene duda alguna en cuál es el momento decisivo de la historia.

Estas son las presuposiciones que existen detrás de los tres usos del Salmo 2:7. Es un ejercicio útil reflexionar sobre ellos otra vez, con estas estructuras en mente.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.

2 Reyes 23

Reformas del rey Josías

23 Entonces el rey mandó reunir con él a todos los ancianos de Judá y Jerusalén. Y el rey subió a la casa del SEÑOR, y con él todos los hombres de Judá, todos los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor; y leyó en su presencia todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa del SEÑOR. Después el rey se puso en pie junto a la columna e hizo pacto delante del SEÑOR de andar en pos del SEÑOR y de guardar Sus mandamientos, Sus testimonios y Sus estatutos con todo su corazón y con toda su alma, para cumplir las palabras de este pacto escritas en este libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto.

Después el rey ordenó que el sumo sacerdote Hilcías y los sacerdotes de segundo orden y los guardianes del umbral, sacaran del templo del SEÑOR todas las vasijas que se habían hecho para Baal, para la Asera y para todo el ejército de los cielos, y los quemó fuera de Jerusalén en los campos del Cedrón y llevó sus cenizas a Betel. Josías quitó a los sacerdotes idólatras que los reyes de Judá habían nombrado para quemar incienso en los lugares altos en las ciudades de Judá y en los alrededores de Jerusalén, también a los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, a las constelaciones y a todo el ejército de los cielos. Y sacó la Asera de la casa del SEÑOR fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón, y la quemó junto al torrente Cedrón; la redujo a polvo y arrojó el polvo sobre los sepulcros de los hijos del pueblo. También derribó las casas de los dedicados a la prostitución que estaban en la casa del SEÑOR, donde las mujeres tejían pabellones para la Asera.

Entonces Josías trajo a todos los sacerdotes de las ciudades de Judá, y profanó los lugares altos donde los sacerdotes habían quemado incienso, desde Geba hasta Beerseba, y derribó los lugares altos de las puertas que estaban a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, a la izquierda de la puerta de la ciudad. Sin embargo, los sacerdotes de los lugares altos no podían subir al altar del SEÑOR en Jerusalén, sino que comían panes sin levadura entre sus hermanos. 10 También profanó al Tofet que está en el valle de Ben Hinom, para que nadie hiciera pasar por fuego a su hijo o a su hija para honrar a Moloc.

11 A la entrada de la casa del SEÑOR, junto a la cámara de Natán Melec, el oficial que estaba en las dependencias, quitó los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol, y prendió fuego a los carros del sol. 12 Y los altares que estaban sobre el techo, el aposento alto de Acaz que habían hecho los reyes de Judá, y los altares que había hecho Manasés en los dos atrios de la casa del SEÑOR el rey los derribó, los destrozó allí y arrojó su polvo al torrente Cedrón. 13 El rey también profanó los lugares altos que estaban frente a Jerusalén, los que estaban a la derecha del monte de destrucción, que Salomón, rey de Israel, había edificado a Astoret, abominación de los sidonios, y a Quemos, abominación de los moabitas, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas. 14 Asimismo hizo pedazos los pilares sagrados, derribó las Aseras y llenó sus lugares con huesos humanos.

15 Además, derribó el altar que estaba en Betel y el lugar alto que había hecho Jeroboam, hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel, o sea, derribó también aquel altar y el lugar alto, destruyó sus piedras, las redujo a polvo y quemó la Asera. 16 Al regresar, Josías vio los sepulcros que estaban allí en el monte, y envió a recoger los huesos de los sepulcros y los quemó sobre el altar, profanándolo, conforme a la palabra del SEÑOR que había proclamado el hombre de Dios que había anunciado estas cosas. 17 Entonces dijo: «¿Qué monumento es este que veo?». Y los hombres de la ciudad le dijeron: «Es el sepulcro del hombre de Dios que vino de Judá y proclamó estas cosas que has hecho contra el altar de Betel». 18 Y él dijo: «Déjenlo en paz; que nadie moleste sus huesos». Así dejaron sus huesos intactos con los huesos del profeta que vino de Samaria.

19 Josías quitó también todas las casas de los lugares altos que estaban en las ciudades de Samaria, las cuales habían hecho los reyes de Israel provocando a ira al SEÑOR. Les hizo tal y como había hecho en Betel. 20 Y mató sobre los altares a todos los sacerdotes de los lugares altos que estaban allí, y quemó huesos humanos sobre ellos. Y regresó a Jerusalén.

21 Entonces el rey ordenó a todo el pueblo: «Celebren la Pascua al SEÑOR su Dios como está escrito en este libro del pacto». 22 En verdad que tal Pascua no se había celebrado desde los días de los jueces que gobernaban a Israel, ni en ninguno de los días de los reyes de Israel y de los reyes de Judá. 23 Solo en el año dieciocho del rey Josías fue celebrada esta Pascua al SEÑOR en Jerusalén.

24 Josías también quitó a los adivinos y a los espiritistas, los ídolos domésticos y los otros ídolos, y todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, con el fin de confirmar las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa del SEÑOR. 25 Y antes de él no hubo rey como él que se volviera al SEÑOR con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés, ni otro como él se levantó después de él.

26 Sin embargo, el SEÑOR no desistió del furor de Su gran ira, ya que ardía Su ira contra Judá a causa de todas las provocaciones con que Manasés lo había provocado. 27 Y el SEÑOR dijo: «También quitaré a Judá de Mi presencia, como he quitado a Israel. Y desecharé a esta ciudad que Yo había escogido, a Jerusalén, y al templo del cual dije: “Mi nombre estará allí”».

28 Los demás hechos de Josías y todo lo que hizo, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá? 29 En sus días subió Faraón Necao, rey de Egipto, contra el rey de Asiria junto al río Éufrates. Y el rey Josías fue a su encuentro, pero Faraón Necao lo mató en Meguido en cuanto lo vio. 30 Sus siervos llevaron su cuerpo en un carro desde Meguido, lo trajeron a Jerusalén y lo sepultaron en su sepulcro. Entonces el pueblo de aquella tierra tomó a Joacaz, hijo de Josías, y lo ungieron y lo hicieron rey en lugar de su padre.

Reinados de Joacaz y Joacim

31 Joacaz tenía veintitrés años cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén. El nombre de su madre era Hamutal, hija de Jeremías, de Libna. 32 Hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, conforme a todo lo que habían hecho sus padres. 33 Y Faraón Necao lo puso en prisión en Ribla, en la tierra de Hamat, para que no reinara en Jerusalén; e impuso una multa sobre la tierra de 34 toneladas de plata y 34 kilos de oro. 34 Faraón Necao hizo rey a Eliaquim, hijo de Josías, en lugar de Josías su padre, y cambió su nombre por el de Joacim. Pero tomó a Joacaz y lo llevó a Egipto, y allí murió. 35 Y Joacim dio la plata y el oro a Faraón, e impuso contribuciones al país para entregar el dinero conforme al mandato de Faraón. Exigió la plata y el oro del pueblo del país, a cada uno conforme a sus bienes, para dárselo a Faraón Necao.

36 Joacim tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. El nombre de su madre era Zebuda, hija de Pedaías, de Ruma. 37 Hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, conforme a todo lo que habían hecho sus padres.

Hebreos 5

Jesús como Sumo Sacerdote

5 Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en las cosas que a Dios se refieren, para presentar ofrendas y sacrificios por los pecados. Puede obrar con benignidad para con los ignorantes y extraviados, puesto que él mismo está sujeto a flaquezas. Por esa causa está obligado a ofrecer sacrificios por los pecados, tanto por sí mismo como por el pueblo. Nadie toma este honor para sí mismo, sino que lo recibe cuando es llamado por Dios, así como lo fue Aarón.

De la misma manera, Cristo no se glorificó a Él mismo para hacerse Sumo Sacerdote, sino que lo glorificó el que le dijo:

«HIJO MÍO ERES TÚ, YO TE HE ENGENDRADO HOY»;

como también dice en otro pasaje:

«TÚ ERES SACERDOTE PARA SIEMPRE SEGÚN EL ORDEN DE MELQUISEDEC».

Cristo, en los días de Su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, fue oído a causa de Su temor reverente. Aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció; y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen, 10 siendo constituido por Dios como sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

Crecimiento en la madurez espiritual

11 Acerca de esto tenemos mucho que decir, y es difícil de explicar, puesto que ustedes se han hecho tardos para oír. 12 Pues aunque ya debieran ser maestros, otra vez tienen necesidad de que alguien les enseñe los principios elementales de los oráculos de Dios, y han llegado a tener necesidad de leche y no de alimento sólido. 13 Porque todo el que toma solo leche, no está acostumbrado a la palabra de justicia, porque es niño. 14 Pero el alimento sólido es para los adultos, los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal.

Joel 2

El día terrible del SEÑOR

2 Toquen trompeta en Sión, Y suenen alarma en Mi santo monte. Tiemblen todos los habitantes de la tierra, Porque viene el día del SEÑOR; Ciertamente está cercano, Día de tinieblas y densas sombras, Día nublado y de densa oscuridad. Como la aurora sobre los montes, se extiende Un pueblo grande y poderoso; Nunca ha habido nada semejante a él, Ni tampoco lo habrá después Por años de muchas generaciones. Delante de él consume el fuego, Y detrás de él abrasa la llama. Como el huerto del Edén es la tierra delante de él; Y detrás de él, un desierto desolado, Y de él nada escapa. Como aspecto de caballos es su aspecto, Y como corceles de guerra, así corren. Como estrépito de carros Saltan sobre las cumbres de los montes, Como el crepitar de llama de fuego que consume la hojarasca, Como pueblo poderoso dispuesto para la batalla. Ante él tiemblan los pueblos, Palidecen todos los rostros. Como valientes corren, Como soldados escalan la muralla; Cada uno marcha por su camino, Y no se desvían de sus sendas. No se aprietan uno contra otro, Cada cual marcha por su calzada; Y cuando irrumpen por las defensas, No rompen las filas. Se lanzan sobre la ciudad, Corren por la muralla, Suben a las casas, Entran por las ventanas como ladrones. 10 Ante ellos tiembla la tierra, Se estremecen los cielos, El sol y la luna se oscurecen, Y las estrellas pierden su resplandor. 11 El SEÑOR da Su voz delante de Su ejército, Porque es inmenso Su campamento, Porque poderoso es el que ejecuta Su palabra. Grande y terrible es en verdad el día del SEÑOR, ¿Y quién podrá soportarlo?

Invitación al arrepentimiento

12 «Aun ahora», declara el SEÑOR, «Vuelvan a Mí de todo corazón, Con ayuno, llanto y lamento. 13 Rasguen su corazón y no sus vestidos». Vuelvan ahora al SEÑOR su Dios, Porque Él es compasivo y clemente, Lento para la ira, abundante en misericordia, Y se arrepiente de infligir el mal. 14 ¿Quién sabe si reconsidere y se apiade, Y deje tras sí bendición, Es decir, ofrenda de cereal y libación Para el SEÑOR su Dios? 15 Toquen trompeta en Sión, Promulguen ayuno, convoquen asamblea. 16 Reúnan al pueblo, santifiquen la asamblea, Congreguen a los ancianos, Reúnan a los pequeños y a los niños de pecho. Salga el novio de su aposento Y la novia de su alcoba. 17 Entre el pórtico y el altar, Lloren los sacerdotes, ministros del SEÑOR, Y digan: «Perdona, oh SEÑOR, a Tu pueblo, Y no entregues Tu heredad al oprobio, A la burla entre las naciones. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: “Dónde está su Dios?”».

Misericordia del SEÑOR

18 Entonces el SEÑOR se llenará de celo por Su tierra, Y tendrá piedad de Su pueblo. 19 El SEÑOR responderá a Su pueblo: «Yo les enviaré grano, vino nuevo y aceite, Y se saciarán de ello, Y nunca más los entregaré al oprobio entre las naciones. 20 Al ejército del norte lo alejaré de ustedes Y lo echaré a una tierra árida y desolada, Su vanguardia hacia el mar oriental, Y su retaguardia hacia el mar occidental. Y ascenderá su hedor y subirá su fetidez, Porque ha hecho cosas terribles».

21 No temas, oh tierra, regocíjate y alégrate, Porque el SEÑOR ha hecho grandes cosas. 22 No teman, bestias del campo, Porque los pastos del desierto han reverdecido, Porque el árbol ha dado su fruto, La higuera y la vid han producido en abundancia. 23 Hijos de Sión, regocíjense Y alégrense en el SEÑOR su Dios; Porque Él les ha dado la lluvia temprana para su vindicación, Y les ha hecho descender la lluvia, La lluvia temprana y la tardía como en el principio. 24 Y las eras se llenarán de grano, Y las tinajas rebosarán de vino nuevo y de aceite virgen. 25 «Entonces los compensaré por los años En que devoraban la langosta, El pulgón, el saltón y la oruga, Mi gran ejército, que envié contra ustedes. 26 Tendrán mucho que comer y se saciarán, Y alabarán el nombre del SEÑOR su Dios, Que ha obrado maravillosamente con ustedes; Y nunca jamás será avergonzado Mi pueblo. 27 Y sabrán que en medio de Israel estoy Yo, Y que Yo soy el SEÑOR su Dios Y no hay otro. Nunca jamás será avergonzado Mi pueblo.

Derramamiento del espíritu de Dios

28 »Y sucederá que después de esto, Derramaré Mi Espíritu sobre toda carne; Y sus hijos y sus hijas profetizarán, Sus ancianos soñarán sueños, Sus jóvenes verán visiones. 29 Y aun sobre los siervos y las siervas Derramaré Mi Espíritu en esos días. 30 Haré prodigios en el cielo y en la tierra: Sangre, fuego y columnas de humo. 31 El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del SEÑOR, grande y terrible. 32 Y todo aquel que invoque el nombre del SEÑOR Será salvo; Porque en el monte Sión y en Jerusalén Habrá salvación, Como ha dicho el SEÑOR, Y entre los sobrevivientes estarán los que el SEÑOR llame.

Salmos 142

Oración en la angustia

Masquil de David, cuando estaba en la cueva. Plegaria.

142 Clamo al SEÑOR con mi voz; Con mi voz suplico al SEÑOR. Delante de Él expongo mi queja; En Su presencia manifiesto mi angustia. Cuando mi espíritu desmayaba dentro de mí, Tú conociste mi senda. En la senda en que camino Me han tendido una trampa. Mira a la derecha, y ve, Porque no hay quien me tome en cuenta; No hay refugio para mí; No hay quien cuide de mi alma.

A Ti he clamado, SEÑOR; Dije: «Tú eres mi refugio, Mi porción en la tierra de los vivientes. Atiende a mi clamor, Porque estoy muy abatido; Líbrame de los que me persiguen, Porque son más fuertes que yo. Saca mi alma de la prisión, Para que yo dé gracias a Tu nombre; Los justos me rodearán, Porque Tú me colmarás de bendiciones».

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

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